miércoles, 22 de abril de 2015

Guerra

El whisky, amigo mio, es como ese aliento desesperado que pide compañía que me sale por la garganta. A ambos los trago con fiereza y tiempo después salen fuerte por todos los poros de mi piel.

Juventud, divino tesoro, menores empezando a desentonar a eso de las dos cuando yo a su edad desconocía los placeres de salir a cerrar.

Rockatansky no volvió por ser buena persona, simplemente estaba en la pura mierda. Tú no, aún te ves incapaz de profesar una puta disculpa.

Los vaivenes me llevan a placeres de un metro sesenta y a verme con otros ojos desde fuera. Yo no soy buena persona, ni inteligente, ni educado, ni valiente. Ni nada.

Aún así salgo, salgo y te siento como un disco rallado. Sudando y volviendo a la manga corta mientras mis piernas intentan que no se les suban los gemelos, y un concierto y  otro concierto y nada.

Salir a la calle y no por el paseo, sino por la efímera compañía de unos bonitos recuerdos. Agachar la cabeza entre cócteles que andan y a duras penas se mantienen de pie y subirla para que los ojos de alguna dama me puedan enfocar. Hace años que los ojos de cualquiera parecen desconocer el término distancia focal y el objetivo exacto para poderme vislumbrar.

Me acostaba con cientos, miles y con suerte llegaré a la decena. Va quedando menos, tiempo mayormente.

Y llega el lunes, y el martes y los barracones. Nunca seremos estrellas ni levantaré un premio, mientras mis padres me ven desde el sofá, con esta actitud de mierda. Mi mayor deseo es poderlo dedicar. A ti, sí ¿A quién coño entonces?

Tiempo de cambio. La marca personal de un desecho es su impulso. Mendicidad y descaro ante la competencia, todo en uno. Sonrisas, lágrimas, felaciones, coacciones y miradas. Sólo miradas. Putas miradas.

Voy a tatuar en mi cabeza deja de mirarme, justo al lado Wolf Alice mientras suena Siniestro Total y tú me haces la enésima llamada pérdida. El puto estado del bienestar, llevo soñando con este desde que cumplí los trece años y me hizo caso una tía. Más lista, más todo y encima única. 

viernes, 3 de abril de 2015

Alambre, de espino


Bajo el gran foco se sitúa el personaje principal, fruto de otro vaivén de mi cabeza. ¿Acaso crees que no puedo verme reflejado en él?

Se mueve. Sin danzar, ni decorar sus movimientos pues pretende ser humano. Alza la vista y hace mi diálogo suyo. Articula con su voz las palabras que llegué a colocar sobre el papel con suma cautela pues no pretendía olvidar que debo moverme por una delicada pasarela. Consideración hacia el prójimo, respeto por la familia y otros tantos valores bajo esa pequeña calavera.

Mientras pasa todo, yo observo impasible la escena sin terminar de valorar el esfuerzo de los demás. Asumo mi rol, de vez en cuando hay que mandar.

El aplauso es una recompensa fútil antes de subir. Pero breve a la par que intensa y necesaria cuando llega el fin. No entiendo cómo mis inseguridades permiten que suba a estas tablas y demuestre mis habilidades ante una muchedumbre ignorante sin miedo a valorar.

En el escenario o delante de la cámara soy yo, de nuevo, tras morir durante algunos años y regresar con todas las copas que acumulo por mis desengaños. Aquí soy un resorte firme y sin embargo articulado, sin miedo y preparado.

Creo que todos actuamos. Tanto después de la función con las infantiles bromas que causan en mí repulsión como la noche de antes cuando por guasap me comporto como Draper, dotado ante ti de un vergonzoso corazón.

miércoles, 1 de abril de 2015

Instantánea

Tengo a toda la ciudad en el móvil, a un solo toque, con el único impedimento de la extraña y poco frecuente privacidad.

Animales descarados a la par que superficiales constituyendo la decadencia del pensamiento y el culto exacerbado de la imagen mientras otros grandes creadores o simples cabezas pensantes buscan, pero de otra forma, exhibirse.

Sumido en la tesitura de quedarme o irme de este apartadero de cerdos me encuentro, desde tiempo inmemoriales, como me he visto en otras estancias. Pero no sé lo que me hace continuar y mantenerme aquí, quiero creer que el erotismo y los grandes creadores de imágenes. No a parte iguales.