lunes, 20 de octubre de 2014

Aprendiz

Las tijeras que tienes sobre la mesa son cojonudas, pero creo que quedarían mejor clavadas en tu pierna acompañando a la sangre y a los gritos de todos los aquí presentes pues te las clavaría tan hondo que caerías directo al suelo. Sí. El cóctel perfecto. Pon uno de esos, haremos la mañana más entretenida.

Mientras las tardes sean largas, las noches serán mucho más cortas. De verdad que ya no sé cuanto estoy dejando de ganar. Mi vida se va y yo sonriendo con una botella de wishky del barato, claro que sí. Aunque podría ser peor, podría ir cogido a una guarra de la mano.

He olvidado tener ambición, y la sensación de riesgo. Sólo te quiero desde lejos como un buen cobarde, pero nadie es nadie para juzgarme.

Cada vez que veo mi reflejo en tus ojos se me encoge la polla, estoy aquí mirándote mientras me cuentas tu enésima depresión de niña rota. ¿Quién arreglará el estropicio que te dejó dentro ese idiota? Yo no, seguro.

Me iba a ir a Londres pero eso a vosotros os importaba una mierda, y bastante menos os importó que me retirase de la contienda.

Entre mediocres los días laborables, mendigando compañías interesantes los findes y acodarme de ti todos los putos lunes. No tengo nada más que una mierda que da vueltas como las ruedas de tu bicicleta, hazme feliz y quédate apoyada en mi puerta.

Sonrío mientras las cosas se tuercen, me deprimo buscando salidas y me crezco aguantando cuando de nuevo me das la paliza. La verdad es que no quiero tener amigas.

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